El pan del que trabaja es más
sabroso.
De la frente sudorosa, baja el pan de cada día,
con las manos encalladas, con los pies dolidos,
vende sus fuerzas, dinamizan sus energías,
erige el hombro, con avistamientos.
Hombre y mujer de honor, trabajan con pasión, con mística,
vertiendo sus capacidades con valor, con entusiasmo, con alegoría, emerge el
deseo de ser un exitoso, un hombre o mujer de valor y respeto.
Viajan con la alborada, se echan el
sol al hombro y regresan antes que pinten sus acuarelas sobre el mar, fluctúan
la economía, acrecientan los stocks, labran la tierra, alimentan al mundo,
salvan, curan al enfermo, cuidan al desprotegido, defienden al inocente,
alegran al alicaído, regalan sonrisas, hacen de la vida un portuario de
entradas y salidas.
De trecho en trecho,
busca defender su techo,
se levanta al canto del gallo,
con premisa buscan el desarrollo.
Dios bendiga las manos talentosas, laboriosas, la mente maravillosa.
Dios bendiga la fuerza motriz, la que carga con sentimientos, abandona la
comodidad y sale a vadear los desafíos del día.
Dios bendiga al trabajador y trabajadora.
Poema Douglas Molina.
Escritor poeta
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